Hace ya tiempo que se fue mi amigo. Una noche triste (aunque
yo no me dí cuenta, en aquel momento), vino a verme. Me preguntó que si me
sentía bien, si necesitaba charlar o si necesitaba algo. Siempre se preocupaba
de todos sus amigos.
Le dije que sí me sentía bien, que estaba contento de
volverlo a ver, y que, aunque no necesitaba nada, siempre me encantaba charlar
con él. No solía hablar mucho de él, pero cuando lo hacía, se extendía en su
charla, y a mí me gustaba escucharle. Le pedí que me hablara de él, que me
contara como le iba la vida. Me miro largamente a los ojos (siempre lo hacía
cuando te hablaba), y empezó a hablarme.
Me dijo que siempre había sido un tipo desordenado. No
porque le gustara el desorden, sino porque no le gustaba ningún tipo de orden.
Que a pesar de tener todas sus cosas alborotadas, como sus recuerdos, siempre
sabía donde estaba cada cosa. Que no hacía mucho, se dio cuenta de que había
ordenado todas aquellas cosas de forma muy meticulosa. Que creía que aquello era
una premonición...
Realmente, mi amigo era un tipo raro. Tenía muchos momentos
de silencios, de parecer que escuchara al viento. Pero sus amigos, todos
aquellos a los que siempre nos supo escuchar y ayudar, aprendimos a respetarle
y aceptarle como era. Le gustaban las costumbres de los indios pieles rojas, de
las cuales, nos hablaba muchas veces. Le apasionaban los lobos. ¡¡¡Cuantas
veces, al ver la luna llena, le habíamos oído aullar!!!. Incluso, le gustaba
presumir, de que en una cierta ocasión, emulando un rito indio, ante una
hoguera que encendió estando de acampada, consiguió darle de comer, en su mano,
a un lobo salvaje que apareció por allí.
Éramos muchos a los que nos gustaba oír esa historia de sus
labios. Veíamos como se emocionaba al explicarlo. Como parecía volver a sentir
la misma sensación que pudo sentir cuando, con sus mismas palabras, sucedió
aquella proeza. Cuando nos lo explicaba, veíamos brillo en sus ojos (un brillo
extraño, como entre la tristeza de la soledad y la alegría de la compañía), y
él, que sabia de aquel brillo, nos decía que era el reflejo de los ojos de
aquel lobo.
Me dijo que sospechaba que la premonición sería que partiría
de aquel lugar donde estaban su hogar y sus amigos, que debía buscar nuevos
lugares donde lo pudieran necesitar. También me dijo que sentía no haber podido
solucionar un problema propio, pero que por algún motivo, ese problema le
agobiaba y no tenía fuerzas para superarlo.
Le pregunté si se sentía bien. Me volvió a mirar fijamente.
Ví la mirada de aquel lobo en sus ojos. No respondió. Sonrió y me abrazó,
diciéndome: "adiós, amigo. Me alegro de que te sientas bien". Tuve
una extraña sensación en aquella despedida. Pero no me dí cuenta hasta días
después. Fue la palabra adiós. A él no le gustaba decirla. Si alguno de sus
amigos nos despedíamos con esa palabra, siempre nos rectificaba, diciéndonos
que era mejor un "hasta luego".
Desde aquella noche, no he vuelto a saber de él. En este
tiempo, me he encontrado a otros amigos, que me han dicho que, por aquellas fechas,
también fueron visitados por nuestro amigo. Y que les hizo las mismas preguntas
y se despidió de la misma forma. Pero nadie sabemos nada de él. No ha vuelto a
dar señales de vida. Hemos sido varios los que hemos intentado localizarle,
pero no lo hemos conseguido. Incluso, hemos denunciado su desaparición, pero no
ha habido éxito.
Ahora, siempre miro al horizonte, por si veo aparecer de
nuevo a mi amigo. Lo encuentro a faltar. Y por las noches, como él hacía,
escucho el viento, por si me trajera el sonido de sus pasos. Miro a las
estrellas y les pregunto que donde está mi amigo.
quan o llegeixo sem posa la pell de gallina, es preçios,i em dona la sensaçió,que el seu adeu era un adeu per sempre.Mira las estrellas i escolta el vent i sentiras no las sevas petxadas, si no com udola a la lluna.........
ResponderEliminarTiet segeix escribin aquetas historias.....
Gràcies Nuri. Perquè, Anònim, suposo que ets la meva neboda Nuri. Jajajaja. Saps que m'encanta que t'agradin aquests escrits. Són una forma de mostrar les coses que em passen pel cap i, de vegades, fins de mostrar els meus sentiments. Cada dia estic més convençut que sóc un tipus "raro". En persona, no mostro tot el que sento, i en canvi, escrivint em sento lliure i m'obro totalment destapant tots els meus secrets. El meu amic tenia raó en no agradar-li la paraula adéu. Si la va dir va ser perquè se sentia morir, però jo sé que no ha sigut així, sé que tornarà, que està tornant, i ens farà partícips de totes les seves històries. Mentrestant, com sempre, ho tindré present en mi.
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