Supongo que es normal que uno desee que, después de partir
por siempre, se le recuerde de forma grata. Que se le nombre cuando se quiere
dar un ejemplo de bondad, de compromiso, de lucha, de solidaridad… Yo soy uno más
de los que sienten este deseo.
Sin embargo, a veces, quisiera que mi vida pasara
desapercibida para cualquiera. Y es por culpa de la vergüenza.
A veces, siento vergüenza ajena de pertenecer a la especie
humana. Una especie capaz de exterminar, por capricho o por cualquier escusa, a
otras especies. Una especie capaz de esclavizar a seres de su propia especie,
por la codicia y el poder de uno mismo. Los “humanos” somos capaces de fabricar
armas para matar a nuestros prójimos. Somos capaces de seguir religiones que
menosprecian, por ejemplo, a las mujeres. En nuestro cinismo hasta nos
atrevemos a enseñar como pegar a alguien sin dejar huella. Ha habido humanos
capaces de cometer un genocidio con la escusa de conseguir una raza “más pura”.
Hay humanos que no sienten ninguna pena al desahuciar a
otros de su propiedad. Que hacen promesas, llamadas electorales, que luego no
cumplen. Sólo por obtener cada vez más poder. Hay “humanos” capaces de
abandonar a animales recién nacidos. Incluso, los hay capaces de abandonar a un
animal que ha vivido junto a ellos.
Hay hasta naciones, de humanos, enteras que arrebataron la
tierra a otros humanos (como los grandes Estados Unidos).
A veces, quisiera dejar de ser humano e irme lejos, a vivir
entre aquellas especies animales que aún no han sido dominadas por el humano. Pero
la especie animal es más inteligente que la mía, y no me aceptan. Temen que,
como humano, pueda perjudicar la existencia de su especie.
A veces, siento vergüenza ajena…
Cierto....
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